La actriz y activista por los derechos de los animales Brigitte Bardot murió este domingo a los 91 años en París, según informó su fundación en un comunicado. La intérprete se encontraba convaleciente tras una reciente intervención quirúrgica. Su fallecimiento marca el adiós a una de las figuras más influyentes no solo del cine francés, sino de la cultura europea de la segunda mitad del siglo XX.
Bardot fue mucho más que una estrella de cine. Convertida en icono mundial tras el estreno de Y Dios creó a la mujer (1956), su irrupción supuso una auténtica sacudida estética y social en la Francia de la posguerra. Su imagen —cabello suelto, sensualidad desprejuiciada, gestos espontáneos— encarnó una nueva forma de feminidad que rompía con los moldes tradicionales y anticipaba profundas transformaciones culturales. Fue símbolo de libertad, deseo y modernidad en un país que aún procesaba los traumas de la Segunda Guerra Mundial.

Nacida en París el 28 de septiembre de 1934, en el seno de una familia burguesa, Bardot recibió una educación estricta, pero tempranamente orientada hacia las artes. Estudió danza clásica en el Conservatorio de París y, siendo adolescente, comenzó a vincularse con el mundo de la moda. A los 15 años apareció en la portada de Elle, un episodio decisivo que la acercó definitivamente al cine.
A lo largo de su carrera rodó 45 películas. Aunque muchas fueron producciones ligeras, su filmografía incluye títulos clave del cine europeo, como En caso de desgracia (1958), ¿Quiere usted bailar conmigo? (1959) y El desprecio (1963), de Jean-Luc Godard, que la consolidó como actriz de culto. En ¡Viva María! (1965), dirigida por Louis Malle, compartió protagonismo con Jeanne Moreau en uno de los encuentros más emblemáticos del cine francés.

En 1973, con apenas 39 años y en la cima de su fama, Bardot decidió retirarse del cine. Exhausta por la presión mediática, el acoso de la prensa y el peso del mito construido a su alrededor, se apartó definitivamente de la vida pública y se instaló en Saint-Tropez. Desde entonces volcó su energía en la defensa de los animales, una causa que se convirtió en el eje central de su vida. En 1986 creó la Fundación Brigitte Bardot, dedicada a la protección animal a nivel internacional.

Sin embargo, su figura también estuvo marcada por la controversia. En las últimas décadas adoptó posiciones políticas cada vez más radicales, con declaraciones duras sobre inmigración, el islam y algunos movimientos sociales, lo que le valió múltiples condenas judiciales en Francia por incitación al odio. Estas posturas empañaron para muchos su legado artístico, aunque nunca lograron borrar su impacto cultural.
Amada y discutida, admirada y cuestionada, Brigitte Bardot fue un personaje imposible de encasillar. Musa del cine, icono de moda, símbolo de emancipación femenina y activista apasionada, su vida reflejó las contradicciones de una época. Con su muerte, se apaga una leyenda que ayudó a redefinir la imagen de la mujer y dejó una huella indeleble en la historia del cine y de la cultura contemporánea.
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